lunes, febrero 14, 2011

En el caso Aristegui: Borrachos Apoyan a Calderón

Borrachos apoyan a Calderón
14/02/2011 Everardo Hernández Medrano Gaceta Tamaulipas



Frente a las abrumadoras muestras de solidaridad social para con la periodista Carmen Aristegui, despedida de su trabajo en MVS por preguntar si el Presidente Calderón era un alcohólico y ninguna muestra de solidaridad para la penosa enfermedad del primer mandatario, me di a la heroica y compasiva tarea de salir a entrevistar a los borrachos y alcohólicos que desde las 12 horas, llenan las barras de las cantinas de la ciudad en busca de curarse la cruda y tomarse un caldito de camarón muy picoso.

El asunto es que como ustedes amables lectores saben, casi nunca frecuento las cantinas y bares (antes de las 12:00 horas) y armado de valor y grabadora en mano, me adentré en ese mundo, para mi misterioso y desconocido (ajá) de las barras, cantineros de miradas lúgubres y aburridas, clientes habituales, ocasionales o extraviados, mirando sin ver la pantalla de la tele, oscurecida por las excreciones de las moscas, oyendo sin escuchar las ruidosas melodías de la sinfonola, el olor a cerveza agría, a sudor viejo, al aserrín con orines y a cacahuates rancios.

-¿Qué le voy a servir? -me preguntó sin mucha emoción el descolorido y calvo cantinero, mientras lanzaba la sucia toalla, con la que limpiaba la superficie de la oscura barra, sobre su hombro huesudo.

Ya con mi tequila en una mano y una botella de cerveza en la otra, dije en voz alta:

- A la salud de los enamorados en este 14 de febrero.

No hubo eco a mi brindis, como era de esperarse, pero al menos capté la atención de los borrachos que pensaba entrevistar y con los que me acababa de identificar plenamente.

-¿Qué opina de que se critique el alcoholismo del Presidente Calderón?

-No pos eso está muy mal porque el hombre tiene derecho a “chupar” unos tragos para serenar su espíritu, seguramente atribulado por tantas pendejadas que comete todos los días -me respondió uno de los todavía medio sobrios clientes recién llegados.

-¿Y Usted que opina? -le pregunté a un sujeto que paladeaba lentamente una cerveza clara, con la mirada perdida en un oscuro calendario del 1939 que colgaba de la pared.

- Quien critica a los bebedores sólo por serlo y no por sus constantes errores, es una persona inexperta y de cuestionable moral como la Aristegui, porque habitar en Los Pinos, soportar a una pareja más brillante e inteligente, enfrentar la cotidiana negligencia de sus colaboradores, que no dan una, avizorar el trágico final del sexenio sin gloria, aguantar las criticas de los gringos y la soberbia de los franceses, es una tragedia insoportable que sin acudir a la bebida, todos los días, puede desembocar en la locura.

Me sorprendió con esa respuesta, del que fuera un viejo escritor de canciones olvidadas, y me estremecí especialmente cuando remató:

- Si el Presidente Calderón no recurriera a la bebida ya se habría suicidado.

- ¡Oh my God! -exclamé horrorizado, México no está preparado para una pérdida tan irreparable y para soportar una tragedia de esa magnitud, es mejor que siga bebiendo.

En otra famosa cantina por el rumbo del Mercado Juárez, un borracho que antes enseñaba filosofía básica en una exclusiva universidad privada me dijo lo siguiente:

-El ebrio que no daña a los demás, sino sólo a sí mismo debe ser motivo de admiración. Y si el Presidente vive atormentado por haber despojado a López Obrador de Los Pinos, y encuentra en la bebida una veta de alivio y conmiseración de sí mismo, no nos queda más que apoyarlo y evitar aumentar su amargura con el peso de la acusación y el desprecio de un pueblo que ni siquiera salió a votar por él en el 2006.

-¡Oh my God! -exclamé esta vez entusiasmado por tan profunda verdad y apuré emocionado el contenido de mi copa medio llena.

Ocho cantinas después ya tenía yo en mis manos la radiografía del sentimiento y valiosa opinión de los borrachos en torno al alcoholismo del Presidente Calderón. El apoyo manifestado por los ebrios y alcohólicos fue abrumador, contundente, solidario e insospechado. 50 de 50.

Finalmente, entrevisté a un cirujano que bebía lentamente su cuarto Martini seco -creo que era del IMSS-, quien levantando su copa con mucha elegancia a pesar de que estaba visiblemente afectado por el mal de Parkinson, me respondió:

- Quien lleva en su conciencia la responsabilidad de la muerte de 36 mil mexicanos, tiene que aliviar su dolor con la bebida para evitar los sentimientos de culpa, de frustración, del horror del inútil genocidio y lo que es peor, de las despiadadas masacres de borrachos en los bares y discotecas del país…

El cirujano ya no continuó porque me dijo que en media hora tenía que practicar una cirugía muy delicada y se marchó apresurado.

Lamentablemente hube de suspender las entrevistas cuando el piso bajo mis pies empezó a bailar y las tenues luces a danzar. Supe que era tiempo de poner fin a tan heroica tarea y regresar a ordenar toda la información para escribir mi columna.

ehernandezm03@hotmail.com.

1 comentario:

makaben dijo...

excelentisima investigacion, ahora entiendo a ese pobre hombre, vive con tantas tribulaciones que necesita evadirlas y beber y beber para olvidarlas, incluso entenderia y justificaria que golpeara a su mujer por ser mas inteligente que el.